Not Penny's boat


Los perros de la lluvia, en la calle, son una cosa terrible. Me pone loco. Lloro: veo un perro mojado y lloro. No puedo ver sufrir a los ropes, que aparte son muy Pacino con los ojos a la hora de mostrarte que todavía no almorzaron. Pero Rain Dogs es una de esas rarezas de Tom Waits que uno espera. Uno espera a Waits. Y hablando de Waits, el waiter me debe el whisky de Charles Windmore que es carísimo y te deja Lost y vale lo que vale el sueldo anual del flaco que se enamora de Penny Windmore hasta que viene el rubio con un mensaje en la mano que dice “Not Penny’s boat”: ¡loco! ¿Me escribís un mensaje con fibra que se va con el agua y ahora tengo que salvarte la vida y entenderte la letra en cinco segundos? Los que vieron Lost hasta cierto punto me van a entender. Los que dicen venir de la Universidad de la Calle, esos no sé. Porque del trágico reino de la calle no puede sacarse lección que no se deba corroborar después ahí donde se cuece el bacalao: oficinas, bares, camas, pasillos, canchas, templos, comedores y todo otro lugar donde haya que negociar. Si hay alguien que imagino callejeadísimo es Tom Waits que tiene alma de taxista. Yo paso de ese laburo: tengo mala memoria con las calles porque son apellidos de próceres que no sacaron discos.

No hay comentarios: