Por una autopista parisina en el bolsillo del saco de Ciorán


Me cuenta el hip-hopero Nas que en su barrio de Queensbridge hay que agradecer que las balas te despierten, porque la otra opción es que te cruces con una y te alargue el sueño más allá de lo aconsejable. El día que Reagan reaganó las elecciones yo regañé al mundo: “¿no nos estamos desviando, por desidia, en una highway to hell?” Hoy pienso en el frío de las góndolas hipermercadas y no puedo entender cómo ustedes los humanos cayeron tan bajo. “Mis tiempos no eran tan despiadados”, me croé a mí mismo, y después me croe-rregí: “¿qué tiempos no fueron míos? Si fue casi ayer que le dije a Hammurabi, un 6 de febril de 1702 a. C: “diente por diente -si es de leche- vaya y pase. Pero bajá un cambio con lo del ojo por ojo”. Doy fe que malas épocas hubo a montones (aunque esto no sirva ni como consuelo ni como estrategia). Sobre este infierno neomoderno, posmoliberal, moneda corriente de los suburbios de las urbies, me habló una tarde llurviosa el viejo misántropo Ciorán. Caminábamos por el borde de una autopista. Sin salida visible y con los coches zumbando, Ciorán protesta: “¿Cómo hemos podido llegar a esto?”. Desde el bolsillo del saco le contesto: “ya te lo dije en el bar, Emil: si tomás, no conduzcás; y si no es ron del bueno, ni siquiera caminés… ¡taxi!”.

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