Las Matchless y el efecto velocidad


Ah, sentir la velocidad. Recuerdo que cuando me compré la primera moto, que era una moto vieja, una Matchless, tenía yo, que me compré dos Matchless rotas, y con las dos Matchless me armé una sola, que a esa después le agregué un asiento de acompañante de sidecar, para vender locro por la zona de Manchester. Que ponía la olla de locro al lado, con el cucharón hundido en el locro caliente, y me iba a hacer delivery de locro calculo yo que a mediados del 66. Por eso le dicen Manchester, justamente, por el enchastre que hice yo repartiendo locro… que quedó todo como manchester. El asunto es que la Matchless me andaba tan despacio, que para conseguir el efecto de velocidad, ahí por las calles de Inglaterra, me le puse dos ventiladores, uno pegado a cada manubrio. Y los ventiladores como que me daban la sensación de velocidad, porque el motor de la Matchless llegaba como mucho a los 25 km por hora. Con la última moneda, un penique que tenía metido en la boca, que yo a los peniques me los guardo acá en el buche, le pego un llamado larga distancia a Jimi Hendrix. Le digo: Jimi. Estamos en septiembre del 66. Quiero que cruces el mar, esa dulce madre gris, the sweet grey mother, y te vengas ya mismo para acá. Ya te alquilé una casa roja para que te mudes. ¿Are you experienced?

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