Brazos cortitos pero el alma grande


La tarde del 21 de mayo del año 1971 yo me encontraba muy triste, caminando las calles de la ciudad de Los Angeles, cuando de repente, atravesando la calma, se posó en mis oídos el más maravilloso sonido que yo había escuchado hasta entonces. Y ese sonido fue para mí como una redención del universo, porque como te digo, yo estaba muy triste por este mundo, la crisis del petróleo, todo eso. No sé si fue en el 71 o en el 73. ¿Cómo? Aquí me dice Jason que la crisis del 73 fue en el 73, y no en el 71. Pero yo ya estaba triste desde el 71. Porque esos barriles de crudo ya de solo olerlos nomás, me empezaron a producir la sensación de que se venía la malaria para este planeta tierra, porque yo ya para esa época había trascendido mi especie, amigos. La música del rock me había hecho superar mi condición de sapo, y extender mis brazos al mundo, para abrazar a todas las demás especies. Sí, tengo los brazos muy cortitos. Pero mi alma llegaba muy lejos, mi soul llegaba lejos. Y por eso se extendió sobre mis labios la más luminosa sonrisa que un sapo había experimentado desde el el Big Bang para este lado: porque ese 21 de mayo los combinados de todo el mundo comenzaron a producir el sonido de Marvin Gaye, el más emotivo homenaje a la esperanza humana en los terribles años de Vietnam. Grande, Marvin.

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