Centavos de rock


Como cuando se agradecen los Oscars -que se menciona a los que se ningunea durante toda la fucking filmación-, quiero aprovechar el espacio para agradecer al inmenso ejército de sapos que contribuye mensualmente con la edición de la Zero. No, Manfredi no está solo. Mi ejército de sapos rebusca monedas en la calle al son del rock. Sí. Vos también colaborás con la Zero gracias a los centavos que perdés. Mi escuadrón anfibio va juntando todo eso, mesa a mes, para que llegue a la imprenta una nueva Zero. Varios de nosotros nos disfrazamos de alcancía. Algunos descosemos los jeans mientras dormís. Otros nos metemos en las máquinas de Red Bus. Si. Los centavos que no vuelven, van al rock. Y cada tanto ligamos algún billete adherido al tambor de un Laverap. El granito de arena que nos pertenece va siempre al rock. Una vez que hemos juntado lo necesario, encendemos una linterna al cielo, con el viejo logo de Zero, que brilla en la noche cuyana el cinco de cada mes, a las 3 A.M. Apretando bien las muelas llega Manfredi a nuestro roquedal, para que mi ejército, en fila india, le regurgite la recaudación. Rock. Y una cosa más: si se te cae una moneda, del tipo que sea, no la levantes. Pedí un deseo. Sí. A menos que sea justito lo que te falta para comprar la nueva Zero. Rock.

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